domingo, 29 de marzo de 2009

Por más que las busco.
He perdido mis manos frías, me gustaría saber quién me las ha quitado, sin ellas me siento como un insecto despistado, solo, en mi habitación, revoloteando con la mirada extraviada en el lluvioso paisaje que puedo ver a través de los traslúcidos cristales, me siento terriblemente incompleto.

Pienso en como me siento y me concentro en aquello que me falta, lo que hace que me sienta vivo. Cierro los ojos, quizás estés ahí, a mi lado. No puedo verte pero presiento un agradable calor que me indica que estas cerca, ya llegando de no se donde.
Mis labios sonríen tontamente (también me desobedecen por supuesto), debieran estar apretados, concentrados, pero no, captan tu perfume, cálido y suave, inspiro profundamente intentando llenarme de ese aroma, perteneciente a no se que pétalos de una flor embriagadoramente olorosa.

Mi cerebro parece ser que se ha estropeado también, concentrándome un poco mas, capto o quizás imagino, sutiles diferencias en el perfume que invade mi olfato, el olor suave y dulce de tu cuello, el atrayente aroma de tu escote, mezclado por el que se escapa a través de tu cuerpo, surgiendo entre tus muslos, impregnando tu delicada ropa, en tu excitación silenciosa.

...Mantengo los ojos cerrados, disfrutando de la sensación.....

Escucho tu respiración. Cerca, muy cerca. La tentación de volverme es casi irresistible, pero me recreo en el límite, alargándolo lo más posible. Mi corazón comienza a acelerarse exponencialmente, siempre lo hace en estos momentos, me dedico a escuchar secretamente mi interior.

Sonrisa que se ensancha al comprobar que mi cuerpo me desobedece por enésima vez y se gira hacia ti, no puedo ni quiero detenerlo. Ahora te siento aún demasiado cerca, enfrente.
Tal vez nos separen unos centímetros, o quizá milímetros, no tengo forma de saberlo. pero si noto la pesada gravedad, como la que ejerce la luna llena sobre el mar.

Siento dentro de mi, como crece la marea, como se ahuecan mis tejidos bajo la piel, percibo tu mano acariciar sutilmente mis labios, esa sonrisa que tu me enseñaste a dibujar en mi rostro, marcándome la mejillas, es un roce casi imperceptible, pero la sensación es poderosa. Adelanto mis manos para acariciarte, me detengo a escasos milímetros de tu piel. No puedo verte, pero casi puedo sentirte.

Paladeo la anticipación que embarga a mi corazón, el deseo irrefrenable que tú alimentas. Cuando de nuevo mi cuerpo me vence, por fin toco tu suave piel, tan dulce y delicada comparada con la mía. Recorro con mis dedos la línea de la mandíbula mientras me imagino tus ojos color azul transparentes, clavando la mirada en mis cerrados párpados.

Tus manos tampoco están quietas, no pueden estarlo, y recorren suavemente mi rostro hasta entrelazarse en mi nuca. Me atraes hacia ti, y mientras lo haces, mi corazón bombea aún a mas velocidad, me sumerjo en tu aroma, en tu tacto. Nuestros labios por fin se rozan, la sensación mas dulce del mundo. La suavidad de tus labios buscando los míos me provoca una serie de descargas que recorren mis vértebras, estremecimientos que me sobrecogen.

La sensación es tan fuerte que mi respiración comienza a acelerarse. Mi lengua recorre tus labios y tú la permites entrar. Comienzas a acariciar mi lengua con la tuya y no puedo evitar que un jadeo se escape entre mis labios, mis manos que ya no están frías recorren tu cadera y te acercan a mí, tu también me abrazas con fuerza mientras el beso continúa, como hecho a faltar esa fría temperatura de las manos, que te hacía estremecer.

Asaltado militarmente por un millar de sensaciones placenteras, el mundo desaparece, te pregunto mentalmente, que hacen mis manos, ya no las controlo, las yemas de mis dedos me dicen que cierras los ojos, cerrados los mios desde el principio, supongo que disfrutas tanto como yo de las sensaciones y mareas incontroladas que nos recorren.

El beso se va impregnando de pasión, tu corazón late a la par que el mío, tu respiración se hace mas fuerte y profunda, los dos nos separamos a la vez, sonríes y mi corazón casi estalla de felicidad, abro los ojos para mirarte, sentirte con el único sentido que aún no he empleado, tu frescor aun está en mis labios, tu tacto perdura en mis manos, tu respiración resuena en mis oídos y tu perfume aun me hechiza, abro los ojos para verte...
Me encuentro de nuevo en mi habitación, solo, pero eso si, sin mis manos frías.

lunes, 23 de marzo de 2009


-Los penes son como grandes narices, pueden oler su presa a distancia....

-No digas tonterías

-Mira esto.
Primero se agachó, acercó su rostro y le bajó lo pantalones lentamente hasta la mitad del muslo, mirándo fijamente, luego ahueco la mano y agarró aquella forma cilindrica, ayudó a que surgiera a través de la abertura del calzoncillo, salió como un resorte, estaba hinchada.

-Ya me está oliendo la mano.

-Si claro, me está diciendo que te has pasado con el perfume.

-No seas tonto, sabes perfectamente que es vuestra segunda nariz.

En ese momento, se agachó aún más, bajó la piel lo justo y dio un lento lengüetazo en el glande que asomaba brillante a través de la piel. Sonrió pícaramente.

-Primero hay que limpiar la pituitaria, para que no contamine los olores.

El hombre le siguió la corriente...
-Si, si claro, ahora puedo oler perfectamente en estereo, los vecinos están cocinando un café ahora, que bien tengo dos narices la de arriba y la de abajo.

La mujer se quitó el tanga blanco, una pequeña gotita delataba que aquella situación la estaba excitando, una vez fuera hizó una pinza con sus dedos y ondeó el tanga enfrente de aquella verga, como si fuera un sabueso a punto de buscar su presa, el pene con las venas ya hinchadas, se iba colocando paralelo al suelo, hinchado de mala manera, provocando un gemido mal disimulado.

-¿Lo ves?. Me ha olido y sabe que estoy en celo.

-Aquí la única nariz que hay es tu tanga, ya verás.

-Eso si que no me lo creo.

El hombre enrolló aquel tanga de algodón suave, como una escalera de caracol, a través de su pene, como pudo se vistió, dejando sin abrochar algún botón de los pantalones, que no podín disimular tamaña excitación.

-Quiero que pienses, que en todas las horas del día, tu tanga estará rozando mi glande, cuando ande, cuando me siente, cuando esté discutiendo con mi jefe, oliéndote y sabiendote excitada.
Y tú, pensarás en el tanga que te falta, cuando notes el aire corriendo entre tus muslos desnudos, quiero que no lleves tanga en todo el día, cuando pienses en tu tanga manchado, notaras como te invade todo mi olor.

-Buffff, devuélvemelas, no me hagas esto.

-Ni hablar !!

A media mañana sonó el teléfono móvil del hombre.

-!No puedo más! Mi mente no puede dejar de pensar ¿Quedamos para comer?

Al sentarse por fin en la 'Trattoria Veneciana', él la estaba esperando, distinguió claramente su franca sonrisa, le sorprendió una flor blanca en su copa, al acercarse vió que era su tanga deliciosamente doblado, un nuevo estremecimiento recorrió sus muslos desnudos bajo la falda.

jueves, 19 de marzo de 2009

No recordaba haber visto nada más en toda mi vida, me encontraba prisionero desde el nacimiento, en aquella gruta cavernosa, era mi mundo, lleno de laberínticas paredes negras y grises, unas gruesas cadenas, me sujetan el cuello y las piernas y me retienen a escasos metros de unas argollas ancladas en el suelo.

Solo puedo ver la pared del fondo, sin poder girar la cabeza más allá, justo detrás un tosco pasillo estrecho, una hoguera que percibo por su olor y la entrada de la cueva, cordón umbilical que me ata al mundo que me rodea.

Por el pasillo circula una mujer, eso deduzco, porque no la puedo ver, se oyen unos sonidos rítmicos, que retumban en toda la cueva y las sombras chinescas de esa hembra de sensuales curvas, retorciéndose sobre si misma al ritmo frenético de esa percusión de ultratumba, entre el humo y los destellos caprichosos de las llamas de la hoguera.

Abro los ojos y desaparece poco a poco la cueva, transformándose las paredes rocosas y abruptas, en las paredes blancas y lisas de mi habitación, las gruesas y pesadas cadenas, en mi libro sobre Platón, abierto en el diálogo de 'Parménides', desencajado en el suelo, después de haberse escurrido entre las rodillas.

La música de un encuentro tecno-house, retumbaba con fuerza a través de la ventana abierta y la pantallita del MSN destellan tus mensajitos y zumbidos, intentando despertar mis instintos con una foto tuya muy pixelada. En el fuego de la cocina me había dejado olvidadas unas tostadas, quemadas ya, dejaban un denso humo que me invade.

Me había metido en la metáfora que estaba leyendo, en plena caverna platónica, incapaz de percibir el modelo original, mi mente desorganizada y tonta me había mezclado cuatro sensaciones en una, intenté proseguir el sueño donde lo había dejado pero ya no pude.

Como los prisioneros encadenados de esta alegoría, no pude considerar otra cosa más verdadera que las sombras de tu silueta destacada entre las irregulares formas de la pared de roca.

domingo, 15 de marzo de 2009

El límite de su experiencia carnal era 'tocar', tocar con consentimiento, de una forma educada, de modo que una mente cuadriculada como la suya, pedía, suplicaba con pasmosa educación el préstamo momentáneo de espacios de piel para ser acariciada, a sus dueñas, mujeres de su entorno, deambulando en el artificial mundo de las palabras huecas.
Quizás nadié le advirtió que hay preguntas que no deben hacerse, porque el efecto de la pregunta era devastador, las mujeres huían con una mirada torva, ante una sinceridad tan aplastante.

Hace años él había rozado a una compañera de Instituto de una forma casual, pero claro su timidez, no le permitió averiguar si la sensación fue satisfactoria en ambos cuerpos y por lo tanto seguir avanzando en la cuestión, resolviendo el tema con un huidizo 'lo siento'.

Por fin una simpática mujer anónima, en la cola de un supermercado, accedió a sus razonables propósitos, con un divertido...

-¿Y por que no?

Añadió que solo disponía de una hora para tal menester, de modo que le propuso un paseo por el parque, para evitar miradas indiscretas.
A pesar de esas dos preocupaciones, las miradas indiscretas y el límite horario, se decidió por besarla, (estuvo durante toda una vida, pensando como sería este momento). El beso se desarrolló con total naturalidad y la hermosa mujer de la que no analizaremos los motivos que le impulsaron a consentir en ser tocada, devolvió el beso con naturalidad.

Miles de duendes mentales, le dijeron que parara ahí, en ese beso cándido para evitar un traúmatico rechazo posterior, el contrato verbal no especificaba que tipo de tocamientos y la brevedad del tiempo asignado no aconsejaba proezas mayores, esas advertencias fueron rechazadas por una prodigiosa erección y entonces se obró el milagro, la mente empezó a dejar de trabajar, entrando en un mundo mágico, que se adueñó de sus manos, de su respiración, de él mismo.

Deslizó su mano con delicadeza la mano bajo su abrigo, palpando sus pechos entre la suave tela de su blusa blanca, que fue desabrochando poco a poco y moviendo los dedos como un ejército adiestrado, avanzando y rodeando lentamente su sujetador.

Ella no solo consintió a esas inocentes caricias a través de la piel y la copa de tela del sostén, reaccionó abriendo más la boca, en ese beso que parecía no acabarse nunca, con el estímulo de unos imperceptibles gemidos y de su lengua. Aquella lengua que deambulaba en su boca y buscaba la suya, mientras la mano se movía perezosamente entre la piel y la tela, percibiendo la textura de los bultitos incipientes, duros en medio de aquellos pechos redondos, ahora hinchados y deliciosos que pugnaban por salir.

Aquella lengua le pareció que excedía a su petición inicial, era una lengua que le abría las puertas de algo que no conocía, no habían concretado nada de que sus lenguas se tocaran, sin embargo ahora su propia lengua, cobraba vida en la oscuridad de su boca, nunca antes había tenido dos lenguas ahí, en su propio paladar un sabor desconocido a un fluido ajeno, solo con esta idea un placer intenso le recorrió la médula espinal.

Aquella lengua ajena, se proyectaba en su interior, se deslizaba, le mojaba con su saliva dulce, era como el cuerpo de ella, desprovisto de su piel, le impulsó a tratar de poner delicadamente su mano entre sus muslos redondeados, bajo la falda, no solo no encontró resistencia, aquellos muslos se abrieron, entonces notó un calor extraordinario que se transmitió como por arte de magia a su interior, inexplicablemente para él, las manos de ella navegaron lentamente por encima del pantalón, encontrandose con su órgano terriblemente erecto.

No hubo batalla, ni resistencia alguna......

viernes, 6 de marzo de 2009

No quiero limpiar el espejo.
El vaho aún muestra tu silueta a trazos, parte de tus carnosos labios, tus pechos coronados por tus pezones, tus manos sudorosas, aplastada como una mosca contra un cristal, cada embate, más penetrante e intenso, arrinconándote contra ese viejo espejo, tu cuerpo enroscado sin espacio, cada delicioso retroceso, en nuevo y rítmico bombeo, la humedad de tu respiración, volviendo tráslucido el cristal, tus gemidos, transformados en gritos desesperados, ya no se contienen, tu imagen y la mía lejana cabalgándote, se adivinan entre el vapor, reflejadas, ojos casi en blanco, sonrisa transformada en boca abierta babeante, piel caliente, contra ese cristal helado....
Hoy he besado el espacio cristalino dejado por tus labios y he notado frío. Pero un escalofrío me ha estremecido.

jueves, 5 de marzo de 2009





A veces es díficil comprender algunas cosas ....

martes, 3 de marzo de 2009

- ¿No vas a decirme nada?

- Pués no especialmente.
- ¿Entonces por que razón estás ahí delante, mirándome?

- Es que si te pregunto algo, quizás me respondas que no, ahora tengo unas ciertas expectativas, ¿Acaso quieres que pierda mi ventaja?
- jajaja, ¿ventaja? también tienes bastantes expectativas de que te deje ahí plantado.
- Puede que si.... Pero si te vas, disminuyen tus expectativas conmigo y desde luego la de conocer a otro, ¿ves esos que te estan mirando ahora? ahí en la barra, esperando ver como me estrello contigo, el terrible placer del ridículo ajeno, nadie te abordará hoy te lo aseguro.
- Tu desde luego, no tienes miedo al ridículo.
- Verás, juego con ventaja, la verdad es que tampoco me preocupa mucho, en realidad no eres mi primera opción.
- ¿Ehhhh? ¿Acaso no te gusto?
- Si claro que me gustas, pero me gusta más tu amiga la que está bailando, de forma que primero me entreno un poco contigo, de paso tu amiga que no nos quita ojo, se pone algo celosa. Cuando acabe de bailar la abordaré en plan bien, me esforzaré un poco más.
- Entonces si te doy esperanzas, de estar conmigo esta noche. ¿Seguirías intentando hablar con mi amiga?
- Me estropearías el plan totalmente, me ilusiona la sonrisa de tu amiga.
- Pero yo también se sonreir, ¿lo ves?
Le dedicó una de sus mejores sonrisas.
Mientras tanto su amiga bailaba, les miró despreocupada sonriendo, totalmente ajena a la batalla de sonrisas.
Inesperadamente con las dos manos atrapó el cuello, estiró y acercó su cara y besó a aquel hombre tan extraordinario, que no demostraba demasiado interes por ella pero que le había sabido sacar su parte más eroticamente competitiva.

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