domingo, 29 de noviembre de 2009



-¿Está usted seguro de lo que pide?


El Enseguida se dio cuenta de su lamentable error, había infringido la regla número uno de los atracos, olvidó mostrar la pistola.
Un hombre de aspecto endeble, gritando a la empleada de la joyería que le mostrara sus mejores joyas, desde luego no era muy coherente. ¿En que demonios estaría pensando?.


-Bueno quizás no esté muy seguro.


Nueva empleada en aquel local de lujo, le habían insistido hasta la saciedad en que el cliente siempre tiene razón, de modo que se se desabrochó lentamente la camisa a cuadros y utilizando la yema de los dedos como palanca, extrajo un pecho y le mostró uno de sus hermosos pezones sonrosados, que lo violento de la situación había empitonado.




-¿Satisfecho? ¿le enseño mi 'otra' joya?


Aquel ladrón de poca monta, intentó hablar pero no le salieron más que unos sonidos guturales. La pistola cayó al suelo con estrépito.
El resto de clientes masculinos, después de una pausa, también solicitaron educadamente ver las mejores joyas.
El guardia de seguridad ajeno al jolgorio provocado, le dobló el brazo y aprisionó contra el suelo hasta que se acercaron unos agentes de policía.

Una joven agente le esposó las muñecas mientras estaba inmobilizado en el suelo y con el nerviosismo alteró levemente el texto de la detención:


"Usted tiene derecho a permanecer en
silencio. Cualquier cosa que diga, será usada en su contra ante un tribunal.
Tiene derecho a consultar a un abogado y/o a tener a uno presente cuando sea
interrogado por la policía. Si no puede contratar a un abogado, le será
designado uno para representarlo".
Quizás no debió prestar tanta atención litearia al texto, quizás fué el perfume embriagador el caso es que gritó con todas sus fuerzas para que lo oyeran el máximo número de testigos presentes.

-¡TETAS!

Fue algo instintivo, ella le arreó un bofetón con todas sus ganas, pero luego miró el manual de detenciones y se dio cuenta de su error, antes de reconocer que se había equivocado y volver a parafrasear el texto, liberó sus pechos del uniforme y aplicó a rajatabla las instrucciones, dejó que sus pechos grandes, turgentes, redondos, se pasearan por la cara del detenido.

El efecto fué el esperado, se hizo un silencio sepulcral, sonrió para sus adentros, las sonrisas burlonas se congelaron en las caras de los presentes, policías, clientes y empleados, testigos privilegiados de aquella detención, al fin y al cabo el detenido estaba totalmente reducido (excepto una de sus partes).

-¿Cada cuál detiene como quiere no?

La joven agente fue expedientada por alteración del orden público, exhibicionismo, intento de estrangulamiento a un presunto delincuente, introduciendo sus pechos en la boca mientras estaba esposado e indefenso e incitar a practicar la delincuencia a unos clientes que asistían atónicos a aquel espectáculo y pedían ser detenidos por esa mujer.

La joyería en cuestión ha aumentado sus ventas a pesar de la crisis en un 2000% y ahora muchos presuntos delincuentes de la ciudad al ser detenidos por féminas dicen:

- ¡COÑO!

viernes, 20 de noviembre de 2009

-¿500 Euros? entonces, ¿eres puta?

-Sí, soy puta de lujo, ¿No te pareció demasiado fácil que accediera a tus deseos?

-Lo mismo iba a decirte yo. Soy gígolo de reconocido prestigio.

-Mira te confesaré algo, si no fuera puta, igual hubiera accedido a acompañarte a casa, me provocas unas extrañas vibraciones.

-Lo mismo me pasa a mi.

-Al menos ya que estamos aquí, ¿Puedo probar la mercancía?, me ha picado la curiosidad.



-Es lo mínimo, aquí tienes.


El gígolo entreabrió parte de su bragueta y entre sombras se pudo adivinar la forma de la daga oculta, capaz de convertir noches, en festivales llenos de magia y placer.

Ella desabrochó dos botones más y a duras penas pudo abrazar con una sola mano aquel gusano venoso descomunal.

-¿Puedo ver probar tu rabo?

Preguntó tímidamente con la voz entrecortada

-¿Por qué no?

Bajó la piel suavemente, mientras las potentes pulsaciones de aquellas venas se transmitían fielmente en la palma de su mano, un glande esférico inmenso, quedó al borde de sus dedos a punto de desbordarse.

Pasó su lengua, suave carnosa y deliciosamente entrenada para estos menesteres, entre los deslizantes lóbulos granatosos, aquella polla tenía un sabor especial, pasó su saliva dulcemente y luego levemente lo metió entre sus labios, profundizando su examen en la boca, un mecanismo incontrolado le provocó una descarga eléctrica por toda la espalda, una explosión de sabores le golpeó el paladar, mientras aquel rabo se debatía por aumentar su tamaño, haciéndole temer por su mandíbula ya abierta al máximo, puesto que con una sola mano era incapaz de sustentarlo.

Con la otra mano, a ciegas rebuscó en el bolso, rapidamente depositó un billete de 500 € en la mesilla de noche, pero allí ya había desde hacía un buen rato, otro billete solitario de igual cuantía.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
Alejandra Pizarnic
-¿De modo que eras tú?


Llevo días intentando averiguar porqué aparecen unas pequeños piés dentro mis huellas, deshago el camino una y mil veces, me estaba agobiando.

-Perdona por robar tus huellas. Pero me gustan tus itinerarios inesperados por la orilla, dar saltitos cuando aceleras, pararme exactamente donde se juntan tus pies, mirar lo que miras según la dirección, sentir lo que sientes cuando una ola te moja.

-Podías habérmelo dicho, no tengo inconveniente en que me acompañes.

-Es que no es lo mismo, me gusta meterme en tu intimidad, prefiero saltar al mismo tiempo que tú, imaginar cuando esquivaste esa ola para no mojarte los pies, andar a pequeños pasos cuando tus pensamientos te absorben, es como meterme en tú cabeza, sentir y ver por tus grandes pies.

-¿Y que haces cuando me siento en la gran duna?

-Espero escondida y luego replico tus gestos cuando te vas, me siento en el huecograbado de tu espalda, aún caliente, hundo las manos en la arena y dejo que los granitos se escurran entre mis dedos y hago montañitas sobre mis muslos desnudos como haces tú, me gustan esas caricias de la arena aún caliente .....

-Calla, no sigas hablando, acércate.

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