jueves, 24 de marzo de 2011

Con toda naturalidad me cogió una de las patatas crujientes que sobresalía de la bolsa de cartón semiabierta, la miré atentamente y sopesé mi reacción, era una de esas tardes en las que el cielo se viste de gris y derrama un torrente de lágrimas, ella al ser mirada fijamente en forma inquisidora me regaló una sonrisa que compensaba todo lo triste de aquella tarde tonta de lluvia.

El caso es que la miré fijamente, ella alargó sus largos dedos y cogió otra de mis calientes patatitas, no tenía sentido pues ya tenía las suyas en el mostrador, en mi mente ya tenía preparado un discurso acerca de la educación y mi derecho a no ingerir los gérmenes de sus dedos ..... pero me regaló otra deliciosa sonrisa.



-Patatita por sonrisa, ¿que te parece?



Nos rodeaba una multitud, aparentemente indiferente al pequeño conflicto, con toda seguridad se pondrían de su parte, una chica indefensa armada con aquella deliciosa boca siempre lleva las de ganar.



Asumí que estaba todo perdido entonces le ofrecí otra patata frita, al menos de este modo volvería a dominar la situación, el caso es que pareció interesarse y sentí como disimuladamente me bajaba la cremallera de la bragueta, y agarró mi polla con la mano con dulzura y energía al mismo tiempo sacándola casi totalmente del boxer, al estar apoyado contra el mostrador, quedaba a cubierto pero en una situación totalmente frágil, entonces abrió una bolsa de mayonesa mojó generosamente sus labios y agachó la cabeza lo suficiente para untarme el glande con sus labios,enseguida comprendí que estaba totalmente indefenso y con mi prepucio hinchado y lleno de una espesa mayonesa, solo podía apretarme contra el mostrador, girarse hubiera sido un suicidio, dados los niños y niñas del local con sus respectivos padres y miembros del equipo de seguridad.

Sonrió esta vez con restos de mayonesa en sus rojos y brillantes labios.



-Cariño te llevo la hamburgesa a la mesa.
Me dijo con un toque de ironía guiñandome un ojo.



Tontamente me habían robado mi menu.....



Pero el resto fue aún peor, me costó mucho explicar en comisaría que hacía con la polla al aire llena de mayonesa en un MacDonald en plena hora punta.

domingo, 13 de marzo de 2011



Los parámetros identificados cómo mediadores en la calidad de una rueda de identificación son:
a) El tiempo de exposición:

Cuanto mayor sea el tiempo que el testigo vio al criminal, mejor será el recuerdo (Laughery, Alexander y Lane, 1971).
b) El intervalo de retención:
Cuanto más tiempo transcurra entre el hecho y la identificación
menos probabilidades de una identificación correcta (Sanders y Warnick, 1979).
c) Ansiedad:

El exceso y la falta de ansiedad empeoran el recuerdo (Tooley, Brigham, Maas y Bothwell, 1987).



Al comisario Gutiérrez se le había complicado la resolución del atestado, no daba crédito a lo que estaba sucediendo, había montado una rueda de identificación para poder descubrir al autor de un abuso sexual y aquella presunta víctima le estaba haciendo la vida imposible, el hecho de que había sido agredida en un baile de disfraces complicaba mas la situación, de modo que ahí tenía 6 hombres de mediana edad, bastante altos y de complexión atlética.

Pero aquella mujer quería que se desnudaran pues, una de sus últimas observaciones antes de los indebidos tocamientos, fue una polla de un tamaño considerable, el resto entre la confusión provocada por los gritos, peleas y gente corriendo como pollos sin cabeza en aquella pequeña sala de baile quedaba un tanto disperso.



-¿Pero esta segura de que si se desnudan sabrá quien es?

-Totalmente agente

-Soy comisario, no me degrade vd.

-Perdón, comisario.



Aquellos hombres se fueron despojando de sus pantalones, quedando en boxers, cruzando miradas entre ellos estupefactos.


-¡¡Que sigan, que sigan !!.


Espetó la mujer. El comisario vislumbró una cierta ansiedad, pero les dio la orden de quedarse con el miembro al aire.


-¿Puedo entrar en la rueda para verlo mas de cerca?

-Ni hablar

-Es que yo solo recuerdo el miembro en erección y para serle sincera aún tengo algunas dudas y no quisiera meter la pata.

El comisario Gutiérrez cagándose en todo y maldiciendo tuvo que entrar e ir frotando aquellos penes de por si bastante aceptables, hasta que adquirían una cierta alegría que los convertía en troncos considerables, al final una serie de palmeras ornamentales apuntaban sus copas hacia ellos.


-Bueno, ya puede decidir ¿no?

-Es que .... aún no, porque yo noté el tamaño entre mis muslos y así visualmente no me siento capaz, aparte del tamaño está la dureza, agennn.... digo comisario.

-¡Joder! Ya estoy harto, vamos a hacer una excepción, entre aquí, quítese las bragas de una vez, haga las comprobaciones que crea necesarias, pero por favor acabemos con esto ya.



Al cabo de una hora la mujer había hecho que aquellas dobladas palmeras estuviesen tiesas como mástiles, estaba muy indecisa, primero les tocaba para ver su textura, luego les pasaba la lengua para ver si se acordaba del gusto.



-¡¡He sido yo !!


Bramó uno de los sospechosos. Resultaba curioso verlo gritar así, mientras ella le acariaba los apretados muslos y olisqueaba una polla descomunal que así empalmada no parecía pertenecer a aquel cuerpo.


-¡Ya no aguanto mas!.




Afortunadamente, después de todas las pesquisas se comprobó que todo fue un mal entendido, en realidad, la mujer buscaba al hombre que lo asaltó porque ardía en deseos de volver a repetir la experiencia no para denunciarlo, pero el abandonó el local tras el revuelo.

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