domingo, 3 de septiembre de 2017

Querido autor de 'Hablando del Asunto'
Perdone que me permita dirigirme a vd. 
de este modo tan impropio
pero necesito transmitirle mi admiración 
por su escritura tan florida,
como lectora amante de las emociones fuertes
y buena literatura, 
permítame como muestra de agradecimiento 
invitarle a una pequeña sorpresa
que espero resulte de su agrado.
Se la entregaré en mano 
mañana a las 12 de la noche.
Saludos cordiales Leila.


Bajo la puerta dentro de un sobre, la nota manuscrita con una exquisita caligrafía en oscura tinta azul sobre un papel apergaminado, mi primer pensamiento fue que me habían gastado una broma, pero se impuso la vanidad de tener algún anónimo lector, es evidente que este blog está suspendido en el vacío, las estadísticas así me lo indican, tener un lector al que le gusten mis ocurrencias me llenó de perplejidad y si además se toma la molestia de averiguar mi domicilio y enviarme una nota en lugar de comentar que es mucho mas práctico, reconozco que provocó en mi estado de ánimo una expectación creciente.

En la noche del día siguiente a las 12.03 estaba leyendo en el sofá y ya descartaba la sorpresa prometida en aquella nota, cuando de repente retumbaron tres golpes secos en la puerta, que me llenaron de inquietud, apareció un hombre de pelo muy blanco de unos 50 años impecablemente vestido que de una forma educada se presentó y me dijo que si aceptaba recibiría mi sorpresa ahora mismo.

Al preguntar en que consistía respondió que no podía desvelarla sin haberla aceptado a lo que asentí, entonces me acompañó a la sala me hizo sentar en el sofá, se giró sobre sus talones apagó la luz y se retiró misteriosamente.  

La habitación estaba a oscuras el silencio pastosos y la espera se hizo eterna, estaba sentado en el salón y la puerta de entrada abierta, no pasaba nada, mi curiosidad me había dejado en una situación complicada a merced de ladrones o asesinos que harían su trabajo con toda comodidad pero algo sucedió ........

Estuve un minuto en silencio hasta que oí el chasquido metálico de la cerradura y el sonido del giro de la llave al cerrarse, el horror se apoderó de mi, estaba encerrado en mi propia casa, a merced de desconocidos, mis ojos estrujaban la penumbra y en medio de mi perplejidad apareció su silueta recortada en el quicio de la puerta, se había desplazado con tanto silencio y armonía que dudaba que rozase el suelo.
Noté el brillo de dos ojos totalmente claros y unos dedos blancos acabados en uñas perfectamente pintadas de negro contrastando en el marco de la puerta.






Me levanté para recibirla, quise hablar, pero me salió un ridículo hilillo de voz.

-¿Laia?¿Leila?¿Lola? 

Olvidé su nombre. Ella sonrió sin contestar.

El nerviosismo no me dejaba ni pensar ni hablar con la corrección que exigía el momento. Ella mostró sus sonrisa plateada entre labios carnosos pintados de un granate muy oscuro.
Su pelo era de un blanco platino deslumbrante, los ojos destacaban entre la oscuridad de unas pestañas increíblemente largas.

Se movía con la coordinación de un gato gigante en un espacio de gravedad cero, una vez mas cerca, el blanco de su piel parecía dotado de luz propia, al acercarse la raja central de su vestido negro azabache deja entrever unas medias de seda con encajes de color negro que adornaban unas piernas de formas perfectas cuyo nacimiento quedaba abierto a la imaginación mas osada y su final lo tachonaban unos tacones de punta infinitesimal.

Debo reconocer que me costaba respirar, hipnotizado por aquellas piernas que surgían de la cueva del infierno, nunca había visto nada tan excitante y que al mismo tiempo me aterrorizara tanto. 
Ella colocó su mano lentamente sobre mi pecho a la altura del corazón y empujó con precisión absoluta para que cayera sobre el sofá, literalmente de culo, la luz de la luna que se filtraba por las ventanas acariciaba el perfil de su cuerpo y su vestido se abrió ligeramente al acercarse a mi posición, mi rostro y mis labios quedaron a la altura de su vientre desnudo e inconscientemente la besé bajo el ombligo y acaricié su piel con mi mejilla como cachorro necesitado de caricias, se arrodilló frente a mi y con inaguantable pereza me lamió los dedos de la mano de uno en uno.

Me miraba con complicidad y empezó a quitarme la camiseta por arriba con una lentitud pasmosa, quise ayudarla pero me apartó las manos.

-Ni hablar 

Cuando estaba con el torso desnudo se inclinó y me lamió los labios con su lentitud desesperante.

-Te toca desnudarme, pero si quieres conservarme hazlo muy despacio tanto como puedas.

La desnudé despacio y de regalo con un tembleque incontrolado en la yema de los dedos que ya no me abandonó hasta que quedó deshojada totalmente, excepto por aquellas medias que me fascinaban y que serían motivos de mis sueños hasta el fin de mi existencia.
Acercó sus labios a mi oído y susurró:

-Acaríciame, soy tu juguete.

Las caricias sucedieron a besos en un ritmo lleno de correspondencias, cada caricia era respondida con suaves gemidos que me guiaban hasta tal punto que mis manos quedaron desconectadas del cerebro y operaban por una intuición desconocida.
Luego me hizo tenderme sobre el sofá y me cubrió con su propio cuerpo como una sábana, no notando su peso pero provocando que mis poros hirvieran de deseo ante la tibieza de su piel.
Posé mis manos en su espalda y recorrí la línea milagrosa de su columna apretándola ligeramente contra mi y dejando que su piel invadiera la mía como una batalla de poros ardientes y sudorosos.

Nuestros rostros estaban otra vez muy cerca y me hizo desaparecer del mundo al posar sus labios sobre los míos, como adivina milagrosa anticipaba mis movimientos y guiaba mis manos por su cuerpo sin prisa y sin pudor, se dejaba hacer y a su vez adivinaba las caricias que yo deseaba en tiempo y forma sin que mediaran palabras, el miedo dio paso a la ternura con una fluidez inexplicable.

Cuando apenas podía respirar, me dejo apoyar la cabeza sobre su pecho y me acarició el pelo durante un largo silencio hasta que se cerraron mis ojos soñando entre sus brazos y la mano entre sus muslos.

Al despertar estaba solo, eché de menos aquella piel pero entre los dedos tenía otra nota en el mismo tipo de papel y con la misma caligrafía.

Querido......
Espero que a partir de ahora no me castigue vd.
con otro periodo tan largo de ausencia literaria 
Prométame continuidad en el blog 
 del que parece ya soy la única seguidora.
Cuando vuelva a escribir tendremos si así lo desea
otro encuentro misterioso, 
quedo a la espera de su pronta escritura
Saludos cordiales Leila.
  

Quizás a algún malpensado le pueda parecer un poco interesado por mi parte que haya escrito otro post ¿no?

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