miércoles, 29 de noviembre de 2017

Nunca pensé que estrellarme voluntariamente fuera la única solución, eran días de canícula y estábamos perezosos como 'perros sin aliento', de modo que para refrescarnos, bajábamos al muelle del puerto pesquero, en el pueblo donde coincidíamos durante las vacaciones estivales, desde hace unos días, hacíamos el mismo trayecto en una vieja bici, nos divertía hacerlo así, ella se acomodaba en la barra, juntando las piernas y entonces se dejaba caer hacia atrás, hasta que su espalda utilizaba mi pecho como tope y cómodo respaldo, su cuello quedaba cerca de mi rostro, su cabello suave y dorado azotaba levemente mi cara, debido a la temperatura, amplificaba el perfume de su piel que acababa invadiéndome, era un comportamiento anunciado, me alteraba, el corazón bombeaba fuerte, mi respiración se volvía más frecuente y profunda, mi torax balanceaba su espalda en movimientos cada vez más amplios, se unía el esfuerzo del pedaleo a las sensaciones y sueños que me producía esa mujer, a ella le divertía la situación y acomodaba aún más su espalda contra mi pecho.......


-¡ Frena, frena, frenaaaaaaaaaaaaaa !!!


Nuestros cuerpos estaban ligeramente sudorosos por el inmenso calor, esta vez en lugar de agarrarse al manillar, sus manos se deslizaron a mis antebrazos, los palpaban, en cada pequeño bache sus manos resbalaban y se acababan encontrando con las mías, lo cuál me impedía dirigir la máquina y frenar con comodidad, nos tambaleábamos ligeramente, toda la bici crujía, sonreía con complicidad y volvía a subir las manos lentamente, el caso es que antes de llegar a una pequeña cuesta abajo, que me permitiera dejar de pedalear, se le escaparon dos casi inaudibles gemidos profundos, luego se puso a bromear y a reír nerviosa, disimulando en parte, su voz es muy cantarina como el agua y muy femenina, me intimida el poder que tienen sus miradas furtivas y sus sonrisas maliciosas, ella sabe lo nervioso que puede ponerme y disfruta con ello, me intimidaba bastante, siempre me había dedicado un gesto, una caída de ojos, una mueca.
La última vez un cruce de piernas con una falda blanca de lino, entonces me dedicaba una sonrisa y yo apartaba la vista, ligeramente avergonzado. Entonces ella divertida ´mientras me ponía rojo como un tomate me decía:

-¿Me has visto las bragas eh?¿No te da vergüenza?

Estaba pillado por ella, a ella le divertía saber que me gustaba y jugaba con eso, me volvía loco esa forma de ser, de modo que ahora en mi interior, pensaba que ahora ella se estaba recreando de mi erotizado estado, la verdad es que cada vez que se estiraba hacia atrás notaba el bulto de mi verga contra su espalda, cada vez más prominente, casi a punto de salir por encima de mis jeans, en lugar de aplacarme, me rozaba con su nuca sudorosa el rostro y notaba mi aliento jadeante en su cuello mojado, por el pedaleo y por sentirla entre mis brazos entonces echaba sus nalgas hacía atrás notando como mi polla crecía cada vez más, gimiendo disimuladamente y apretando mas fuerte sus manos.

El caso es que yo estaba en una situación dificil, no sabía que hacer, estaba quedando fatal, como un 'salido', como un hombre que no puede controlar sus impulsos, explicarle lo que me apetecía en aquél momento era absurdo, no podía articular palabra, porque de mi boca solo salían gemidos y voces rotas, ella se había dado cuenta de que estaba terriblemente empalmado, me daba conversación y solo podia contestar monosílabos, seguramente se reiría de mi puesto que ...... yo era como un pequeño pelele, su juguetito de aquella tarde insoportablemente calurosa.


Por lo tanto tomé una decisión radical, decidí estrellarnos, era la situación menos mala, el camino atravesaba un campo de amapolas, un campo que parecía blandito, una buena pista de aterrizaje, de modo, que fingiría un despiste y ahí acabaría esta situación tan comprometida, con el impacto desaparecería la excitación y además de propina surgiría otro tema de conversación y nos olvidariamos del tema.


Dicho y hecho, giré el manillar bruscamente, a pesar de sus gritos de espanto y su rostro desencajado, salimos del camino y después de varias divertidas volteretas fuimos a parar a un campo blandito y lleno de amapolas, pero las cosas no fueron como me esperaba ......















Al incorporarse después del morrazo, se desabrochó la blusa para colocársela bien, pero al ver que la estaba mirando desde el suelo, la abrió y empezó a sacarse lentamente las tetas fuera del sujetador, estaba mordiéndose el labio inferior mientras me miraba, luego dejó caer la parte inferior de su vestido, que curiosamente se combinaba entre las amapolas y se sacó las braguitas dejándolas en una pierna hasta la mitad del muslo.

Tenía unos hermosos pezones marrones, estaban empitonados, los miré descaradamente, me gustaba el contraste contra las flores, invitaban a besarlos. Luego la desnudez de su sexo sonrosado, allí en medio de la verde hierba compitiendo con los pétalos de colores, era como una explosión de belleza, sin mediar palabra pero con una sonrisa pícara, se acercó bajó la cremallera de mi bragueta, a pesar del braslip no podía disimular mi descomunal erección, con los dedos liberó mi polla que salió a recibirla como un muelle, y se quedó como un periscopio, la agarró con la mano izquierda.



En primer lugar peló el tronco lo justo hasta que asomará el casquete esférico superior del glande y acarició con la lengua el reborde de la piel, luego el orificio, solo con la punta de la lengua, llenándolo de saliva, luego bajó un poco más la piel cerré los ojos instintivamente, sentí de nuevo su lengua carnosa, mi capullo húmedo, granate brillante se hinchaba por momentos, emergiendo entre sus dedos con vida propia, podía notar las palpitaciones de las venas como golpeaban su mano ahuecada, ella bajó un milímetro más la piel, repasando de nuevo aquella esfera con la lengua, metiéndola en la boca y sacándola, su boca se adaptaba para que no notara apenas presión, al entrar y salir notaba sus labios calientes bañados de saliva, mi falo estaba ya super gordo con palpitaciones, ella siempre bajando un poco más de piel.... 

Me estaba matando y era consciente de ello.
La metió entera en la boca y comenzó a mamarla con una cadencia lenta, cerrando los labios cuando subía y relajándolos cuando se autopenetraba de nuevo. Su lengua no dejaba de moverse en círculos sobre mi glande. Agarré con fuerza la maleza llena de espinas, apenas sentí los pinchazos en las manos, apretándolas con toda mi fuerza, mis músculos estaban a punto de explotar, me incorporé entre los pétalos de amapolas y la miré a los ojos estaba disfrutando del espectáculo que me ofrecía.

Mi tranca parecía un tallo de árbol más entre aquel paisaje de flores rojas, sus labios me parecían pétalos, eran suaves, me estaba comiendo la polla con delectación, saboreándola, notaba como mi glande rozaba su paladar, la lengua, las mejillas por dentro, la veía entrar y salir en su boca y seguía sus movimientos, me gustaba sentir que lo que se movía dentro de su boca, era mio, pero desde luego yo no ejercía ningún control, cada movimiento era más sensual que el anterior, como si comiera un helado delicioso y la crema saliera por la comisura de los labios, haciendo de su boca un instrumento de placer tan satisfactorio o más que su propio coño.


Buffff sabía hacerlo muy bien. Estaba consiguiendo ponerme en un estado previo a la eyaculación, cuando se contraen los músculos y parece que la cadera se levanta al encuentro de esa boca, que está sorbiéndote y sientes que de un momento a otro vas a vaciarte en su interior sin que puedas retrasarlo ni evitarlo, ni maldito deseo de hacerlo. Se había adueñado de mi y de mi propio orgasmo, ambos notábamos mis convulsiones incontroladas, estaba a punto de explotar en su boca.


Hice un esfuerzo desesperado la tomé de las caderas con fuerza la levanté y la coloqué de modo que mi cabeza estaba entre sus muslos con sus braguitas bajadas, mi lengua entró con fuerza en su vulva hinchada, me transmitió su calor, estaba mojadísima y la lengua resbaló hacia su interior, de modo que ahora cuando ella succionaba mi polla, yo metía la lengua con fuerza en su raja, notaba como se expandia y como parecia que se separara de mi, saboreando sus flujos, ya no era consciente de mis actos, me sentía en el vacio, oía sus gritos y sus convulsiones, de modo que dejó de controlar la situación, mi lengua y mis labios trazaron el camino de sus labios vaginales. Su aroma era muy excitante y su humedad un néctar que invadió mi paladar.


Estuve recorriéndola de arriba a bajo y vuelta empezar. Paraba a veces en su clítoris y mis labios se curvaban para abarcarlo y lamerlo más intensamente. Sus manos estaban acariciando mis huevos, cogía uno con cada mano, abarcándolos y de tanto en tanto, los apretaba con fuerza......Seguí chupando y comiéndome esa cueva del placer mientras mis dedos exploraban su culo y su coño, abriendo los labios, dilatando, acariciando las nalgas.
Hasta que sentí, cómo sus gemidos subían de volumen y sus caderas y piernas comenzaban a tener un tembleque incontrolado, palpitaba como un motor renqueante, entonces ella añadió un movimiento inesperado con su mano a lo largo de todo el tronco del pene, fue cuestión de segundos que mi semen volara.


Noté todo su recorrido por mi interior, se aceleraba frenéticamente, provocando una corriente eléctrica seguida de unas convusiones y unos gritos que no pude contener, abrió la boca lo justo para que la primera descarga se desparramara por su lengua y se perdieran en su interior las siguientes.


No dejó de acariciarme la polla hasta que las últimas gotas pendían de la punta, entonces cerró nuevamente sus labios alrededor y succionó hasta llevarse todo el semen restante.


Acto seguido noté sus espasmos salvajes, mi orgasmo hizo que encadenara el suyo, nos perdimos el uno en el otro mientras ella se aferraba a mi espalda en pleno éxtasis y yo llenaba sus entrañas con un grito gutural.





Quedamos exhaustos tumbados boca arriba, sin hablar, mirando el azúl del cielo limpio.

Al cabo de unos minutos se me acercó, levantó su falda de nuevo y se sentó a horcajadas sobre mí. Tomó mi cara con las dos manos y volvió a comerme la boca, me mordió los labios, me succionó con frenesí creciente. La abracé con no menos deseo.


Sentí sus pechos aplastarse contra los mios y sus piernas cerrarse sobre mi cintura.


Susurré su nombre mientras mis manos recorrían sus costados, se echó atrás arqueándose como un junco, dejándome hacer y mirándome con expresión extraviada, me incorporé sobre mi mismo. Comenzó a gemir cuando alcancé sus pezones y los retorcí suavemente, reaccionaron a mis caricias y se pusieron como piedras. Su pelvis se restregaba de nuevo contra mi tranca, frotándola, lo que provocaba que alcanzara considerables proporciones de nuevo.




Puso uno de sus muslos en mi hombro y me ofreció su vagina totalmente abierta, estaba mojadísima y la vulva hinchada por la excitación, su miraba seguía atravesando mi rostro, como fuera de sí. Qué podía hacer sino follarla ... La penetré con profundidad, empezó a correrse de forma incontenible, esta vez sus temblores, absorvían mi polla hacia su interior, como una ventosa, y cuando el movimiento se agotaba, entonces entraba con fuerza, con ganas de atravesarla, sus dedos engarfiados en mi pelo, estiraban con furia, de repente perdieron la fuerza, mientras los gemidos dieron paso a un instante de silencio y luego un aullido in crescendo, que me confirmó que se estaba corriendo de nuevo ......


Eso fue lo que me hizo explotar salvajemente en su interior.


Luego al ver como había quedado la bici, tuvimos que volver andando ......

sábado, 25 de noviembre de 2017

Cada vez que te leo y prometí que no lo haría, te imagino mientras el tiempo se detiene y me dice adiós con educación infinita, entonces mis labios se van transformando en un río reseco en mitad del desierto, al que el sol acaba por acartonar por completo hasta dejarlo como una gigantesca grieta en un árido paisaje, que el viento terminará por erosionar, soy como la tierra seca que queda exhausta después de los cultivos y necesita absorber el agua de las gotas de lluvia, mis labios necesitan de los tuyos si no quieren morir.

Una mirada lanza un anzuelo a ese mar que es el terreno que pisas, en el que tu eres el manjar que añoro, mi mirada queda anclada en las curvas interminables de tu cuerpo, con las redes del eros intento rescatarte de la inmensidad del océano, pero tú te me escapas una y otra vez y vuelves al profundo azul. Tus largas piernas van transformándose en la cola de sirena que se arquea una y otra vez y provoca maremotos de confusión en mi cerebro.


Ahora estoy hipnotizado. 

Me acaricias con tus guantes de seda pura, como tu manceba sangre de mujer enamoradiza, pero me doy cuenta de que no llevas en tus manos más que tu piel suave de flores del paraíso, acercas tu rostro al mío y noto que mi cuerpo se yuxtapone frente a un volcán en erupción, eres puro calor, mi sangre hierve al son del fuego lento que es el beso que me regalas. 


Un beso, me lo debías.
¿Te acuerdas? 

Tus delicados labios ya sueñan sobre los míos. El suelo se quiebra y las paredes de la habitación estallan para transportarnos a un vacío de color blanco, todo blanco, donde tú y yo flotamos, vagando sin rumbo, y nos zambullimos en la infinidad de los siglos, perdiéndonos en el polvo sin fin de los milenios, diluyéndonos en la inmensidad de los millones y millones de años en los que nuestro amor perdurará. 


Perdurará para siempre. 

Pues el tiempo contigo se ha detenido, ha parado, ya que ha derramado lágrimas de plata al ver que los sueños de un hombre enamorado se han hecho realidad. Pero el hombre enamorado no ha hecho más que soñar que estaba soñando, se despierta como tantas otras veces de su doble sueño, llorando desconsoladamente como dicta la malvada frustración que sufre. Tal vez un día tantee su pecho con la mano y descubrirá que su corazón ha implosionado en mil pedazos, en cada uno de los cuales ha quedado patente un pequeño fragmento, una leve impresión, una pequeña marca de aquél beso que un día, la mujer de sus sueños le regaló.

viernes, 17 de noviembre de 2017

La visión de ella desnuda en cuclillas........



Escondida entre los árboles, con la mirada desafiante me paralizó.
Estaba nadando, en aquel rincón perdido en medio de la nada, mi ropa cuidadosamente doblada entre unos matorrales, el agua transparente dejaba ver mi desnudez, cristalina y fresca, los rayos de sol, habían abrasado mi cuerpo y la sensación era agradable....
Miré distraído hacia la orilla de aquel pequeño lago natural, rodeado de árboles altísimos, en medio del silencio roto por los silbidos de aves parlanchinas, el reflejo de la luz brillaba como cuchillos afilados a través de las hojas danzantes, semicerraba los ojos, desfigurando un tanto la escena y fantaseando.

Siempre me han fascinado las luces y las sombras pero los centelleos marinos me hipnotizan, esos brillos se mezclaron con su imagen de ninfa salvaje, creando una fuerza de ultramundo como un telón que anuncia una obra excelente....en esos momentos presagias, que lo que viene, va a ser sorprendente, de momento estaba ahí agachada, desnuda, en cuclillas, mirando con la vista pérdida, entonces surgiendo en medio de la presión del silencio se produjo el milagro, un momento de catarsis de unión con lo sobrenatural. 
La belleza de un instante fugaz que nunca volverá pero será sustituido por otro. Hasta las motas de polvo, suspendidas en el aire, como espejos vibrantes devolviendo la amplitud de los rayos, como las luces de los focos de un escenario, absorven mi atención, quisiera tener el poder de retener está visión, seguramente es una alucinación provocada por el cansancio, de modo que seguí mirándola entre curioso y desafiante esperando que se desvaneciese.-Es mi rincón y tú lo has descubierto ahora.-Vaya, eso mismo iba a decirte yo, pensaba que era solo mio, bañarme rodeado de esta soledad, de este silencio, mirar las formas de las nubes, perderme con las ondulaciones de las hojas por el viento... -Pues tendrás que compartirlo si no te importa. 

Nadó hacia mi, se movía agilmente y se acercó, ahora en su cara se dibujaba con la mueca del inicio de una sonrisa, una mueca graciosa que abría un portal hacia sus profundidades.



-¿Te podría pedir algo?
-Depende.
-Es mi cumpleaños y tu representas el único hombre al que tengo acceso en mucho tiempo y no se cuando volverá a pasar eso.
¿Te importaría besarme?
Me quedé atónito, mientras me hablaba, había depositado una mano, que resbalaba mojada por mi antebrazo, más bien parecía una caricia. Sentí un estremecimiento.

La besé suavemente en los labios, noté el sabor dulce del agua del remanso y el sabor y la tibieza de su lengua, otra vez los tintineos brillantes sobre el agua y las motas de polvo brillantes, parecieron unirse en aquel beso delicioso, me parecía estar rodeado de luces y diamantes.......

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