domingo, 14 de enero de 2018

La Fornarina Parte I

-¡Has de pintarme así, cómo ella!

Se giró sobresaltado, él estaba sentado abstraído tomando apuntes al carbón de 'La Fornarina' de Raffaello Sanzio.

Laura estaba con unas amigas en Roma y se había levantado relativamente temprano para pasarse por el 'Palazzo Barberini' y eludir la masa de turistas. Aunque no era uno de sus planes preferidos, nunca sabía cuando iba a poder disfrutarlo, porque sus amigas pasaban olímpicamente del arte, despierta aquella mañana fresca como el rocío, se encajó unos vaqueros, se deslizó en un jersey rojo de hilo y se dirigió al museo, disfrutando en Roma de una mañana soleada, llegó al 'Palazzo' y se encontró con un nutrido grupo de turistas de alegres colores, pero allí delante de un cuadro destacaba un chico moreno, con ropa ancha con unas gafas metálicas, pequeñas y redondas le llamó la atención, iba tomando apuntes con carboncillo en un cuaderno, miró por detrás de su espalda y se sorprendió de la rapidez y habilidad de sus bocetos, la exposición exhibía un conjunto de cuadros de vírgenes, destacaba esta obra de una mujer totalmente sensual, entre Venus renacentistas, ninfas y sátiros, divas barrocas y odaliscas.

Laura seguía hipnotizada a aquel chico disfrutando de su talento y  concentración, cuando estaban delante de 'La Fornarina' se oyó a si m misma aterrorizada, invadiendo su intimidad y haciéndole esa extraña petición. Arrugó los ojos y absolutamente descentrado pudo contestar con una pregunta:

-¿De verdad quieres que yo te haga un boceto desnuda?

-Este cuadro me conmueve es el retrato de una muchacha joven, es un misteriosos desnudo, cubre y enseña sus pechos en el mismo movimiento, esa mirada temerosa y atrevida, parece que sabe el poder infinito de su seducción por 'Rafaello' y esa sonrisa tan  suficiente. Hay una complicidad evidente con el autor que está detrás del caballete colocado delante de ella, una implicación emocional que va más allá de la simple relación artista-modelo, deseo sentirme como ella por un momento.

Siguieron juntos la exposición, mientras él seguía aparentemente distraído con sus apuntes y Laura miraba fascinada como con pocos trazos creaba vida a aquellas mujeres en las hojas de su cuaderno, cuando acabaron de ver la exposición decidieron ir a tomar algo por allí cerca. Entraron en una cafetería, panadería con un expositor con tartas y bollería recién hecha. A los lados y contra los ventanales que daban al 'Palazzo Barberini' había mesas rectangulares de mármol blanco y sillas de hierro forjado negro con unos cojines. Un arco daba paso a otro espacio en el que sólo había dos mesas pequeñas y las puertas de los cuartos de baño. Una de las mesas estaba desocupada y la otra se encontraba en un rincón, resguardada de la panorámica que se divisaba desde el arco que unía las dos salas. Ocuparon esta última y se sentaron uno frente al otro. Pidieron café con leche.

-Me sorprende mucho haber conocido un artista en este museo. Normalmente solo hay turistas ruidosos haciendo fotos.

Dijo Laura.

-Si te digo la verdad, a mí lo museos en general no me interesan nada, prefiero la realidad, a sido casualidad es el único museo que he visitado en mis vacaciones.

Añadió el chico de gafas redonditas con desdén.

-¿Entonces para qué viniste esta mañana?

-No lo sé muy bien, supongo que para que alguien me ofrezca poder dibujar un culo apetecible.

Contestó él sonriendo con una sonrisa descarada mientras ella se unía a su risa algo azorada.

-¿Sabes? Mientras sacaba bocetos, ha habido un momento en la exposición que me ha entrado un sofocó como menopaúsico perdido, la sala llena de desnudos ancestrales, Intentaba leer las reseñas de los cuadros y las veía turbias. Muchos de ellos pertenecieron a los políticos de aquella época y luego apareciste tu por detrás con tu jersey rojo y jeans ceñidos.

- ¿Te los imaginas excitándose con esas musas que posaban como vírgenes?

Preguntó ella divirtiendose con el cariz que estaba dando la conversación.

-No, de momento contigo tengo suficiente.

Laura se puso roja inmediatamente, se sintió desnuda delante de aquel chico que seguramente mentalmente ya había imaginado su cuerpo bajo la camiseta roja, sonrió coqueta y seductora cruzando los brazos encima de la mesa. El escote del jersey resbaló, dejándola con un hombro desnudo que él miró al instante.

-Y luego 'La Fornarina'. He descubierto un detalle fascinante ¿Conoces la historia?

-No, pero no me vayas a aburrir con un cuento mitológico de tres horas.

Contestó el chico de gafas redonditas arrugando la nariz.



La Fornarina  se pintó alrededor de 1518-1519. Representa a una mujer de cabello oscuro con una belleza suave y ojos marrones, pechos desnudos, cubiertos solo por un velo que sostiene su mano derecha y una capa roja cubriendo sus piernas. Representando tres cuartos a la izquierda, la mujer mira hacia la derecha, más allá del espectador, tiene una dulce sensualidad y una luz deslumbrante resaltada por el fondo oscuro. La fama de la obra está ligada al erotismo de la mujer representada, y la firma de Rafael (Rafael VRBINAS) que lleva a cabo en la pulsera, que parece querer decir al mundo entero su vínculo con ella, este mensaje que se consolida con el tiempo.
Al restaurar la obra se descubrió bajo la pintura un anillo pintado que podía indicar un presunto compromiso con el pintor, lo que la hubiera condenado a ella por adulterio.

-¡Interesante! exclamó él tras dar un sorbo al café y devolver la taza a la mesa.

-Lo que he descubierto hoy es que quiero ser pintada así ¿no? se apartó de la mesa y se sentó delante de el, se irguió sobre su espalda e imitó la pose con una bufanda, desnudando un poco mas el hombro y un pañuelo liso rosa que llevaba en el bolso  y se incorpora, sentándose en el borde de su silla, imitando la postura y la mirada.

Él asiente sin inmutarse, tragando saliva.

-Pues bien, con una de sus manos resalta un seno hacia afuera y la otra con el supuesto anillo suponemos que reposa en la ingle. Pero si te fijas, esa mano se ve está colocada en la entrepierna ¿Lo ves? Mira así.

Laura estruja un seno por encima del jersey de hilo, marcando el pezón bajo la tela, abre las piernas y aprieta los dedos contra la tela del pantalón. Al punto, se deja caer sobre el respaldo, y da unos casi imperceptibles golpes de cadera al aire. Pasan unos segundos y se incorpora, se sienta recta como guardando la compostura y se coloca el escote del jersey, que inmediatamente se precipita hombro abajo.
Los ojos que hay tras las gafas redondas  la observan atónitos fijamente. Ella no aguanta la mirada.

-Ven, siéntate aquí.

Le indica él con voz indiferente dándose una palmada en la pierna. Laura duda unos momentos concentrada en el mármol de la mesa, a continuación le ofrece una sonrisa infantil entre pudorosa y atrevida, y finalmente se levanta y se sienta de espaldas a él en su regazo, apoyándose con sus piernas en 'v'. Él acerca su rostro a su cuello y lo huele.

-¿Ahora mee has imaginado desnuda verdad? Lo he notado, he sentido un escalofrío.

-Puedo sentir tu calor a través de tu jersey abierto. ¿Estás húmeda verdad? 

ÉL susurra, ella asiente. Prefiere contestarle con este gesto porque no se atreve a hacerlo con palabras, para que no se note un quebranto en su voz.

-¡Muéstramelo por favor!

-Aquí no puedo 

Dice ella negando con la cabeza. Se hace un silencio.

-Vete al baño y tráeme la prueba. 

Le lanza una mirada penetrante y con un tono de voz seductor. Laura no puede negarse, le sonríe, se levanta sin decir nada y entra en el baño. El chico de las gafas se queda mirando la puerta. No hay expresión en su cara. Unos minutos después Laura sale y se sienta frente a él, se lleva el dedo índice a sus propios labios, saca la punta de la lengua y se relame los labios tímidamente. Para y baja la mirada a la mesa.

-¿Me dejas chuparte el dedo? 

Le pregunta rebajando los la escasa distancia sobre la mesa que los separa. Laura se encoge de hombros, el escote del jersey vuelve a caer indómito, él le agarra la mano con decisión y se la lleva a la nariz. Aspira. Luego juguetea con los dedos, rozándolos con sus labios, y finalmente se los introduce en la boca. Chupa. Con parsimonia, como si no quisiera gastar el sabor. Ella cierra los ojos y empieza a morderse el labio inferior. Su cuerpo empieza a desobedecerla y se contonea ligeramente en la silla. Con la mano libre se aprieta el envés del muslo tirando hacia arriba como intentando abrir su sexo. Su respiración se aligera. 

- ¡Quiero más! 

Le dice abriendo los ojos, el gesto descompuesto.
La musiquilla machacona de un móvil la devuelve de un plomazo a la realidad de la cafetería. El chico de las gafas redondas, se rebusca en los bolsillos del pantalón, saca el teléfono, mira la pantalla, vacila unos momentos y lo coge.

-Dime. ... Si sí, ya lo sé, pero me ha llamado la atención la exposición de Palazzo Barberini y he entrado a verla.... ¡Que no!, ¿cómo voy a dejarte tirada? Vale, lo compraré. ... bueno, buscaré el pan de chapata donde sea .... No, no te preocupes que no me olvido .... No sé, media hora o así, lo que tarde en encontrar el pan....Si cariño, ya voy para allá ..... Y yo. ¡Venga, que sí, que no tardo!